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Hoy, en mis sueños,

Hoy, en mis sueños, durmiendo soñaba que viajaba en el metro y allí me he enamorado de una chica a la que llame 14, aparentemente el número que le di contando la gente en el vagón.

Ella me miraba, me buscaba conociéndome, reconociéndome.

Al punto de que creí que fallaba mi memoria al no recordarla. No era el caso, excepto si piensas que de alguna forma reconoció algo familiar en una cara distinta.

A veces pasa que gente nos recuerda a otra gente, y hay extraños con los que sientes una inmediata e instintiva cercanía por su semejanza en aspecto, modos y maneras con gente que fue determinante para bien en tu pasado.

Eso me pasa casi a diario, síntoma quizá de que en general he tenido buena suerte con quien me he ido encontrando.

Hablamos brevemente en el vagón y luego, salimos juntos del mismo y seguimos hablamos ya por una ciudad, Madrid, que en todo me era extraña, y hablamos como si lleváramos una vida haciéndolo, esa desconocida y yo.
Le gustó que la llamara 14, y no ofreció más nombre que ese, excepto para decir que 13 le hubiera gustado más (todos queremos ser 13, pero en este caso 13 era el señor de la gorra frente a ella, esa es la indiferencia despiadada de las matemáticas una mañana cualquiera)

Se quedó con 14, y no me dijo que se llamaba Laura, aunque lo supe cómo estas cosas se saben cuando sueñas, y pensé en un destello que no me lo decía, su nombre, porque en ese momento no lo era, porque Laura era otra, una persona distinta que vivía en su misma piel y con la que hablaba poco, intercambiando apenas las mínimas cortesías como cepillarse con cuidado el cabello rubio ligeramente rojizo que compartían, y que con este nombre que eligió el azar venía la oportunidad de reinventar una identidad distinta ante unos ojos nuevos sin el peso de la memoria compartida y el peso aún mayor de la memoria propia.

Porque conmigo, que no la conocía de nada y ya la amaba sin reservas, 14 podía ser quien quisiera.

Con 14 he pasado esta noche una vida entera en minutos, hasta que la alarma (maldita hoy, maldita por siempre) me sacó a rastras de la cama y de ese sueño, y con ello de mi historia de amor inesperado de un viernes cualquiera.

Y no es hasta después del primer café en que caigo que hoy es 14 de febrero.

Que cosas.

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